Él, radiante sentado en su sillón tapizado de cuero, con su sortija de origami recién armada. Era perfecta para el diámetro de su dedo, con un aro grisáceo y una perla simulada color rojo, que le gustaba pensar que era un rubí. Y esperaba ansioso que su amor le propusiera matrimonio o... alguna de esas cosas muy cursis, para entregarle una copia idéntica que tenía reservada.
Había un detalle... no podía mencionar el nombre de su objeto de amor, o sería lapidado o hasta quemado en la hoguera. Debía guardarse todo su anhelo y enamoramiento en su propio silencio y tal vez... solo mencionárselo a las flores que considere más discretas. Ni siquiera podría decir de que especie era, no era conveniente ni siquiera afirmar que era humano.
Había un detalle... no podía mencionar el nombre de su objeto de amor, o sería lapidado o hasta quemado en la hoguera. Debía guardarse todo su anhelo y enamoramiento en su propio silencio y tal vez... solo mencionárselo a las flores que considere más discretas. Ni siquiera podría decir de que especie era, no era conveniente ni siquiera afirmar que era humano.
Todo el mundo lo observaba, cuando locamente, lo veían pasearse con su sortija de papel en el dedo por todos lados, y lo llamaban el loco del origami, ya que, ciertamente, sabía hacer varios diseños con el arte del plegado de papel. Pero no le importaba, y escuchaba, según él, como los pájaros alentaban su búsqueda y espera a que su gran amor llegara... y así hacer entrega de su sortija del amor y cumplir todos sus añorados sueños.
Cuando caminaba por la ciudad, podía ver a su objeto de amor reposado sobre el mismo árbol de verde follaje, y podía sentir ya como lo hipnotizaba su sonrisa, su mirada, hasta la forma de mover su mano para rascarse la nariz. Deseoso al observarlo, anhelaba que esa persona fuese el vehículo de su amor. Era perfecto para ser el refugio de su alma incendiada, que ya no podía estar solo en su cuerpo... ardía demasiado.
Era torpe en sus movimientos, y tropezaba como un bruto, por el simple hecho de no poder quitarle la mirada de encima.
Daba vueltas por el mismo lugar como diez veces, casi como un psicópata o como un astuto ladrón queriendo encontrar la ocasión exacta para atacar a alguna joven indefensa... pero no, era solo el amor que le hacía cometer esas locuras.
Mientras se alejó un par de cuadras para evitar sospechas, y luego volver al sitio a mirarlo, se puso oscuro, las nubes opacaron el cielo y él, muy desabrigado, no tuvo más remedio que apresurar el paso para irse a casa y en el camino volver a enloquecerse con la figura de su amor.
Llegó allí, y tapando su cabeza con su mochila, miraba como seguía ahí contemplativo bajo el refugio del árbol... y llovía tormentosamente, y luego ráfagas enormes no lo dejaban ver y la lluvia pegaba con furia.
Bajó su brazo para mirar la hora, y vio agonizante, su querida sortija, empapada de agua, desarmándose entre sus dedos. Y no distinguía por unos segundos si era lluvia o tibias lágrimas las que rodaban por su mejilla. Miró hacia el árbol, y ya no estaba... seguramente era un amor hecho de papel y también lo deshizo la lluvia.
Y caminó hacia su casa, triste, mezclándose con la lluvia que lloraba junto a él.
Y mientras caminaba pensaba.... tal vez era así, todo en su vida era hecho de papel y todo estaba destinado a desvanecerse con el agua o el fuego.
El papel produce placeres así como decepciones, es muy semejante a la vida.
ResponderEliminar@Oscar
ResponderEliminarPues si querido, la vida está hecha de construcciones y vivencias de papel. Y todo se puede desplomar en un momento.
Gracias por comentar! :)
me gusto amigo!!! segui asi!! que vas a seguir escribiendo mejores cosas!!! :D
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